Conoce algunos poemas


Mi hijo
Tito Fernández

Cada vez que me acuerdo de mi hijo me da como una punzada, aquí, muy dentro del pecho, donde se halla colocada, tan sensible, tan nombrada, y tan propensa a la emoción, esa masa colorada que se llama corazón.
Y cómo no he de sentirla si se trata de mi hijo, el que con sus payasadas, su chicle y su mermelada, me dejaba pegajosos el cubrecama, la almohada, y aunque a veces me propuse reñirle, siempre fallaba porque el pícaro salía con su sonrisa inocente y al verlo, así, tan sonriente, y bueno, lo perdonaba.
Cómo olvidar las mañanas en que mamá lo peinaba, sentado, él, en una silla, la barbilla levantada en un gesto de protesta por la lucha que libraban la mamá y el "remolino" ese que casi siempre ganaba. Y nunca logré explicarme el motivo por el cual lo peinaban tanto y tanto si al cabo quedaba igual.
Pero el tiempo va pasando y hoy mi hijo no es el mismo, y ya no da los problemas entretenidos de niño, ahora es un "caballero", se afeita con mi navaja, se fuma mis cigarrillos y se pone mis corbatas.
Se acabó aquel inocente del susto, el llanto y la tos, ahora él es el que manda y hasta sabe más que yo.
Incluso, sin ir más lejos, ayer me trajo su novia, yo, por dentro, les bendije, por fuera me puse serio, porque debo confesar que me dio un poco de miedo notar, en aquellos mozos, cómo se ha pasado el tiempo.
Hoy todo se ve distinto, las ropas, el sillón, la almohada, si parece que les falta "ese" poco de mermelada, y todo tan en su sitio, no hay nada en que tropezarse, no hay nadie que quiebre un vidrio ni haga a la mamá enojarse. Ya los platos no se rompen, y el canario no se sale, ¡cómo hace falta mi hijo! en esta casa tan grande.

Dime
Jorge Luis Borges

Dime por favor donde no estás 
en qué lugar puedo no ser tu ausencia 
dónde puedo vivir sin recordarte, 
y dónde recordar, sin que me duela. 

Dime por favor en que vacío, 
no está tu sombra llenando los centros; 
dónde mi soledad es ella misma, 
y no el sentir que tú te encuentras lejos. 

Dime por favor por qué camino, 
podré yo caminar, sin ser tu huella; 
dónde podré correr no por buscarte, 
y dónde descansar de mi tristeza. 

Dime por favor cuál es la noche, 
que no tiene el color de tu mirada; 
cuál es el sol, que tiene luz tan solo, 
y no la sensación de que me llamas. 

Dime por favor donde hay un mar, 
que no susurre a mis oídos tus palabras. 

Dime por favor en qué rincón, 
nadie podrá ver mi tristeza; 
dime cuál es el hueco de mi almohada, 
que no tiene apoyada tu cabeza. 

Dime por favor cuál es la noche, 
en que vendrás, para velar tu sueño; 
que no puedo vivir, porque te extraño; 
y que no puedo morir, porque te quiero.

Táctica y estrategia
Mario Benedetti

Mi táctica es
Mirarte aprender como sos 
quererte como sos.

 Mi táctica es hablarte
y escucharte construir con palabras
un puente indestructible.

 Mi táctica es quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé con qué pretexto
pero quedarme en vos.

 Mi táctica es ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos simulacros
para que entre los dos
no haya telón ni abismos.

 Mi estrategia es en cambio
más profunda y más simple.

Mi estrategia es que un día cualquiera
no sé cómo ni sé con qué pretexto
por fin me necesites.

Cuando un amigo se va
Carlos Villamizar



Cuando un amigo se va, suele llevarnos con él,
nos transmuta al infinito de nostalgias  y alegrías
que van llenando los espacios de su presencia y su ser.

Cuando un amigo nos deja, nos invade una tristeza,
pero nos queda su amparo para tener la certeza
que de noche y de día va a ser nuestra  gran compañía
que nos empuje y anime a caminar con certeza,
a escuchar  de sus palabras promesas, a saber que es indulgencia
el pretender que se ha ido, porque habita en nuestras almas,
habita y está vivo.

Cuando un amigo se va, no nos duele  su partida,
porque partir es dejarnos, y él está aquí presente
en cada alma  que se siente, que mutilada  ha quedado,
que sin querer se ha llevado parte de nosotros,
y a su vez ha dejado mil de corazones rotos.

Cuando un amigo se va, cuando un amigo se va.

Arte  de amar

Elmo Valencia

Si hacemos el amor debajo de un puente,
es muy posible que el puente se caiga;
si lo hacemos en un arrozal,
la humanidad se quedará sin arroz durante un siglo;
si lo hacemos frente a un cuadro de Picasso,
al instante un embarazo;
si lo hacemos en el baño de un avión,
ese avión nunca llegara a su destino;
si lo hacemos en un automóvil último modelo,
seguramente ese automóvil último modelo ha sido  robado;
si lo hacemos debajo de un árbol,
es muy posible que un pájaro nos cague.

Entonces, para evitarnos todos estos inconvenientes,
lo vamos hacer aquí y ahora, tú y yo, yo y tú,
abrazados y desnudos, desnudos y abrazados,
hasta que la muerte nos separe, hasta que la muerte nos separe.